• ​El aburrimiento despierta la creatividad: Cuando un niño no está ocupado con pantallas o juguetes estructurados, su imaginación se activa, llevándolo a explorar, inventar y descubrir nuevas formas de juego.

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• Es una señal de que necesita nuevos retos: Si un niño se aburre, es posible que sus actividades actuales no sean lo suficientemente estimulantes. Es el momento perfecto para introducir experiencias que fortalezcan sus habilidades cognitivas y motrices.​

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• Fomenta la autonomía y la resolución de problemas: Un niño que experimenta el aburrimiento aprende a gestionar su tiempo, buscar soluciones y crear su propia diversión, habilidades esenciales para su desarrollo personal y social.​

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• El movimiento es clave para el aprendizaje: Transformar el aburrimiento en acción a través de juegos de psicomotricidad, música o actividades sensoriales ayuda a fortalecer el sistema nervioso y el desarrollo integral del niño.​

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• Es una oportunidad para fortalecer el vínculo afectivo: Aprovechar estos momentos para compartir actividades significativas, como lectura, juegos simbólicos o actividades sensoriales, refuerza el lazo emocional y la seguridad del niño.